Algunas especies de mamíferos están dotadas de colmillos, unos dientes que antaño fueron normales y que con los siglos han ido evolucionando y desarrollándose en gran manera, convirtiéndose en una auténtica arma de defensa para estos animales.
Una de estas especies es el elefante, cuyos incisivos superiores se fueron convirtiendo en grandes colmillos, que no sólo usan para defenderse, sino que también les sirven para cavar la tierra, para apartar ramas, e incluso para levantar troncos.
Lo que nos pueden parecer colmillos en las crías de elefante no son más que dientes de leche, que caen cuando el elefantito cumple el año. A los 3 años es cuando le empezarán a salir los colmillos, que ya no dejarán de crecerle durante toda su vida, al ritmo de 15 cm. por año.
Los colmillos de los elefantes pueden llegar a medir hasta 3’5 metros, y a pesar unos 200 kilos. De ellos sólo vemos tres cuartas partes, ya que la parte restante queda encajada dentro de la boca.
Los colmillos son muy útiles para el elefante, pero también pueden ser su perdición, y la causa de que la supervivencia de la especie esté amenazada. Al ser de marfil, y debido al elevado precio de este material, los cazadores codician los colmillos, que venden para que sean usados en decoración, joyería o similares.
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