Aunque no se sabe a ciencia cierta si el gato siamés, tal como nos indica su nombre, procede de Tailandia (antiguamente Siam), sí se tiene conocimiento que la familia real de dicho país tenían antaño gatos de esta raza. Se cree era porque en Siam se consideraba el blanco como color sagrado, y al serlo el gato siamés al nacer se le concedía este atributo.
Se trata de animales muy sociables y cariñosos, con una gran curiosidad, pero que no son nada sumisos, mostrando enseguida su desagrado ante cualquier situación que lo contraríe.
El siamés se distingue por su cuerpo estilizado y elegante, esbelto y musculoso, su cabeza en forma triangular y sus ojos almendrados, sus grandes orejas y su largo cuello. Pero lo que lo hace más peculiar es su pelaje, muy fino y suave, de color más oscuro en las zonas de la cara, orejas, cola y patas.
Dentro del gato siamés se distinguen dos especies: aquél al que solemos todos llamar siamés, o siamés moderno, y otro que recibe el nombre de siamés tradicional, también conocido como Thai. De hecho, son pocas las diferencias que separan a ambas especies, entre ellas el que el siamés tradicional tiene las formas más redondeadas.
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