Como todos sabemos, muchas especies de insectos poseen alas. De hecho, según los estudios llevados a cabo al respecto, se sabe que representan el único grupo de invertebrados que, a lo largo del tiempo, han ido evolucionando de tal manera que se adapten al vuelo, por ejemplo con las mencionadas alas, que son consecuencia de una evolución del exoesqueleto de dichos animales.
En algunas especies de insecto sólo uno de ambos sexos está dotado de alas, generalmente el macho, como ocurre con las llamadas hormigas aterciopeladas. Asimismo, existen especies en las cuales las alas sólo aparecen en momentos muy concretos del ciclo de la vida.
Las alas de los insectos están formadas, cada una de ellas, de una delgada membrana con venas. Dichas venas tienen, dentro de ellas, un nervio y una tráquea, y se encuentran rodeadas por una especie de cutícula que se va haciendo más fuerte con el tiempo.
Los movimientos que llevan a cabo los insectos al volar son enormemente complejos, destacando en muchas especies la gran velocidad que pueden alcanzar, así como también su versatilidad y su enorme capacidad de maniobra.
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